Martutxa Casares
Dibujo desde que tengo memoria, se convirtió en un refugio y finalmente en mi profesión. Nací en Madrid pero hace ya cinco años que instalé mi estudio en Altea, a la orilla de mi querido mediterráneo donde tengo un contacto directo con la naturaleza que beneficia enormemente mi obra.
Siempre quise probar también el barro, y ampliar con él mi imaginario en 3d, sin perder esa alma orgánica que tanto me gusta. Gracias al Taller Lecuona llevo dos años aprendiendo en una maravillosa singladura y participando en esta iniciativa tan bonita que es el regreso de las gárgolas.
Este año quería hacerle un homenaje a los perros a los que pertenezco o he pertenecido, así que he creado una especie de tótem o máscara con referencias que están en mi retina desde siempre.